viernes, 12 de abril de 2013

He repartido



He repartido mi vida inútilmente entre el amor y el deseo, la queja
de la muerte, el lamento de la soledad. Me aparté de los pensamientos
profundos, y he agredido a mi cuerpo con los excesos y he ofendido a
mi alma con la negación.

Me he sentido culpable de derrochar la vida y no he querido quedarme
en casa a atesorarla. Tuve miedo del fuego y me incineré. Amaba las
páginas de un libro y corría a la calle a aturdirme. Todo ha sido
superficial y vacío. No tuve odio sino amargura, nunca rencor sino
desencanto. Lo esperé todo de los hombres y todo lo obtuve. Sólo de mí
no he sacado nada: en esto me parezco a las tumbas.
¿Pude haber vivido de otro modo? Si pudiera recomenzar, ¿lo haría?