Cuando
me abandone el alma
cumpliendo
con mi destino,
se
irá con ella mi sombra,
mi
sangre espesa de grillos,
cantará en el jóven sauce
de
los ríos de mis hijos.
Quizás
añore mi muerte
cosas
sencillas: mi casa,
algun
sueño no cuajado,
mi
hermosa y dulce nostalgia,
que
siento cuando me acuden
los
olores de la infancia.
La
noble cara del campo
o
matear un día llovido,
oir
en el campo anciano
el
coyuyal de changuitos,
y
esos vinos guitarreados
en
un remanso de amigos.
Cuando
inaugures mi muerte
no
llores mi noche negra,
sembrame
en mi pago y luego
tapame
con chacareras,
para
que mi alma se lleve
el
corazón de mi tierra.
Voy
a añorar cuando muera
la
tibia miel de tus labios,
tu
boca enjambre de besos
y
todos nuestros pecados,
aquellos
que a mi existencia
dieron
sentido y amparo.
En
el mas allá quisiera
encontrarme
en un camino
con
aquel árbol que fuera
un
pueblo de arpas y nidos,
hoy
mi mesa y mi guitarra,
mañana
mi último abrigo.
La
muerte vive celosa
de
mi amada flor la vida,
dicen
que me anda buscando,
ojalá si un día me pilla,
me
halle machao y cantando
pa´
que se muera de envidia.