jueves, 15 de agosto de 2013

Rostro de vos


Tengo una soledad 
tan concurrida, 
tan llena de nostalgias 
y de rostros de vos, 
de adioses hace tiempo 
y besos bienvenidos, 
de primeras de cambio 
y de último vagón. 

Tengo una soledad 
tan concurrida, 
que puedo organizarla 
como una procesión: 
por colores, 
tamaños
y promesas, 
por época, 
por tacto y por sabor. 

Sin un temblor de más, 
me abrazo a tus ausencias 
que asisten y me asisten 
con mi rostro de vos. 

Estoy lleno de sombras, 
de noches y deseos, 
de risas y de alguna maldición. 

Mis huéspedes concurren, 
concurren como sueños 
con sus rencores nuevos, 
su falta de candor. 
Yo les pongo una escoba 
tras la puerta 
porque quiero estar solo 
con mi rostro de vos. 

Pero el rostro de vos 
mira a otra parte, 
con sus ojos de amor 
que ya no aman, 
como víveres 
que buscan a su hambre, 
miran y miran 
y apagan la jornada. 

Las paredes se van, 
queda la noche, 
las nostalgias se van, 
no queda nada. 

Ya, mi rostro de vos, 
cierra los ojos. 

Y es una soledad 
tan desolada.